Juan Bautista Santonja Barrón

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Transcripción del artículo Juan Bautista Santonja Barrón, "El Artillero", de Manuel Santonja Castelló, publicado en el programa de San Blas de 1986:

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Eran exactamente las tres de la tarde del día 18 de febrero de 1877 cuando se presentaba en el Juzgado Municipal de Bocairente Jaime Santonja Colomer para realizar la inscripción del nacimiento de su segundo hijo nacido a las 6 horas del día anterior, 17 de febrero, en su domicilio de la calle Virgen de Agosto. Se le impone el nombre de Juan Bautista Santonja Barrón, señalándose que es nieto, por línea paterna de Pedro Pascual Santonja y Francisca Colomer y por línea materna de Juan Bautista Barrón y de María Tortajada.

Jaime Santonja Colomer tuvo dos hijos, el mayor Vicente y este Juan Bautista, que al paso de los años sería conocido en el mundo taurino como el famoso picador «Artillero», quienes ayudaban al padre en el trabajo de la fábrica de paños del Barranco de la Fos y alguna vez le acompañaron a Andalucía a vender los mismos, en esa relación comercial que tuvo Bocairente con aquella región, donde aún se conservan apellidos de neta raíz bocairentina por Baeza, Ubeda, Cabra, Villacarrillo y otras poblaciones.

Aparte de esto se daba la circunstancia que Jaime se había casado en Montoro (Córdoba) con Mariana Barrón Tortaja, y esto motivó que años después la familia emigrase a aquella población donde fijaron su residencia. Es en este entorno cuando le entra a Juan Bautista el gusanillo de la fiesta y descubre el mundo de los toros y de sus hombres, de los que ya no se separará hasta el momento de su trágica muerte Empieza a placearse, a conocer el oficio y a darse a conocer por las plazas andaluzas. Se incorpora al Servicio Militar y es destinado al cuerpo de Artillería, de donde le vino el apodo o nombre taurino de «El Artillero», con el que comenzó a conocerse en las primeras corridas que intervino, aunque también se le conoció como «Mano de Hierro», dada la potencia de que sostenía la pica y hasta cuando estrechaba la mano de amigos y familiares, que dieron fe en sus doloridos dedos de la razón del mote.

Siempre que sus ocupaciones se lo permitían, solía venir a pasar unos días de asueto en Bocairente, ya que su hermano Vicente regresó de tierras andaluzas para pasar el resto de sus días en su tierra, de ahí que fuese conocido como el tío Vicente el «Andaluz».

Juan Bautista Santonja fue un enamorado del pueblo que le vio nacer y cuando terminaba la temporada taurina regresaba a Bocairente y bajaba a las fábricas o «máquinas» del Barranc de la Fos para saludar a familiares y amigos, a quienes el trabajo les ocupaba toda la semana y no regresaban hasta finalizada la misma.

Tuvo especial predilección por su pariente y amigo, Mossén Joaquín Cabanes, a quien contaba sus peripecias y confidencias y a quien confesó, a la vista del panorama que ofrecía el río Claríano, que entonces bajaba muy crecido, de ahí que la industria textil se ubicase en aquella zona para con su aprovechamiento mover las ruedas hidráulicas, que cuando se retirase de los toros compraría aquellas sierras, incluso el corral del Santo Cristo, para poner una punta de toros bravos, que podrían apacentar en la sierra y abrevar en el río.

Como Mossén Joaquín era tan aficionado los toros, siempre que su trabajo apostólico lo permitía, y su pariente y amigo actuaba Valencia o Alicante, refería que solía ir a verle, reuniéndose en la posada o fonda con matadores y cuadrillas a comer o cenar, y al ser pariente del «Artillero» eran muchas las atenciones que tenían con él y el mejor sitio y presidencia de la mesa colectiva se reservaba para el cura, que fue testigo de anécdotas y confidencias de aquella entrañable gente.

 

Otros datos y enlaces

Su historia Taurina:

Señala don José Vicente Temes, crítico albaceteño y enciclopedia viviente de la fiesta, que el «Artillero» comenzó a destacar en los primeros años del siglo al ser enviado por Rafael González «Machaquito» a Méjico con una recomendación especial. Allí actuó con gran éxito durante 1910-1911 y pudo volver a España comenzando a actuar en las novilladas madrileñas en 1911 y picando sus primeras corridas de toros durante 1911 por plazas provinciales como agregado a la cuadrilla del diestro albaceteño «Mancheguito».

La temporada de 1912 comenzó ya fijo con una de las figuras de entonces, el madrileño Vicente Pastor donde sustituyó a Pedro Navarrete «Cantaritos».

El 9 de septiembre de 1913 se celebraba en Albacete la primera feria de aquel año. Los toros eran de Veragua y actuaban mano a mano Vicente Pastor y Francisco Martín Vázquez. El primero de la tarde de nombre «Espejito» y de capa jabonero claro (prácticamente blanco), lo derribó de salida aprisionándolo contra las tablas con mala suerte que se clavó la «perilla» de la montura en el bajo vientre llevándose un tremendo batacazo, pero sin sufrir herida de asta. Se quedó el infortunado «Artillero» como muerto, según los testigos presenciales y fue trasladado a la enfermería con una gran conmoción cerebral. Tras ser atendido en la enfermería fue trasladado al Hotel España donde se alojaba con sus compañeros. Por la noche empezó a empeorar y en la mañana del día 10, los facultativos que le atendieron anunciaron a sus compañeros que no había esperanzas de salvación, ya que se había declarado la entonces prácticamente insalvable peritonitis, como consecuencia del golpe en el bajo vientre de la montura anteriormente citada. Durante toda la mañana fue empeorando paulatinamente y a las 3,30 de la tarde expiró en el citado hotel rodeado de sus compañeros «Melones» (picador) y «Morenito de Valencia», «Vito» y «Magritas» (banderilleros) que en el momento de producirse la muerte ya se encontraban vestidos de luces para dirigirse la plaza a estoquearla segunda de feria. A Vicente Pastor le ocultaron el hecho y se enteró al terminar dicha segunda corrida.

Según cuentan las crónicas locales, aquella misma noche, a las 11, trasladaron su cadáver al Cementerio Municipal, acompañado por el propio Vicente Pastor y sus subalternos, y se dice que allí mismo lo enterraron a esas horas, ya que tenían que coger el tren esa misma noche para trasladarse a Salamanca donde actuaban al día siguiente.

Hasta en el momento de su trágica cogida estuvo ligado a su Bocairente, ya que fue testigo presencial del percance su paisano Francisco Martí «El Esquilador», tratante de ganado caballar, quien por este motivo se encontraba en la feria de Albacete y quien le atendió en la enfermería de la plaza.

Y así terminó la carrera de Juan Bautista Santonja Barrón «Artillero» que se encumbró en sus cuatro últimos años de vida taurina, truncándose los sueños de este bocairentino que quiso convertirse, cuando llegase su merecido retiro, como ganadero de reses bravas en su tierra natal.

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Biografía abierta desde la bibliografía de Juliá Monerris, actualizada con el artículo de Manuel Santonja Castelló